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TRUCO-TRATO O SANTIDAD

La estética tétrica y oscura propia de la fiesta de Halloween, con sus brujas, esqueletos y calabazas de sonrisa macabra, me hizo recordar —por contraposición— una pequeña anécdota que contaba una catequista a propósito de la fiesta de Todos los santos.

Les preguntó ella a los niños si alguno podía explicar qué era un santo. A lo cual uno respondió: «SANTO ES UNO QUE DA MUCHA LUZ». La catequista, sorprendida por aquella respuesta, le pidió que se explicara un poco más. Entonces el niño comentó que una semana antes había ido a la catedral con sus padres y, sorprendido por el colorido y la luz que entraba en la iglesia a través de las vidrieras de la catedral, les había preguntado quienes eran aquellas personas que estaban retratadas en esas ventanas. Su padre contestó: los santos. Luego, con una lógica impecable, el niño había deducido que un santo es alguien que da mucho luz.

Hoy, en aquellos lugares en los que se celebra Halloween, los niños se acercan a los mayores y les piden un dulce a cambio de no gastarles una broma (truco o trato). En cierta ocasión un joven llamado Domingo Savio se acercó a un sacerdote llamado don Bosco y le pidió que le hiciera santo. Don Bosco no se amedrantó, sino que ni corto ni perezoso le regaló la FÓRMULA DE LA SANTIDAD.

Hela aquí: «Primero, ALEGRÍA. Lo que conturba y roba la paz no viene de Dios. Segundo: TUS DEBERES DE CLASE (TU TRABAJO) Y DE PIEDAD (TU ORACIÓN). Todo ello por amor al Señor y no por ambición. Tercero: HACER EL BIEN A LOS DEMÁS. Ayuda siempre a tus compañeros, aunque te cueste algún sacrificio. En eso está toda la santidad». Lo cierto es que a ambos le fue bastante bien aquella fórmula y dieron mucha luz a este mundo.

Quizás la mayor tragedia de nuestro tiempo sea que nosotros nos tomemos a broma la santidad y nos conformemos con unas pocas golosinas (truco y trato).

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