PARA NO OLVIDAR EL AMOR TAN GRANDE EN LA FE AL QUE ESTÁN LLAMADOS LOS ESPOSOS
Para no olvidar
[El texto que tienes a continuación corresponde al prefacio de un libro que narra la vida de Chiara Corbella, una joven romana que supo amar la vida más allá de su propia vida. El texto es de su esposo Enrico Petrillo y me parece un extraordinario ejemplo del amor esponsal que ojalá mucha gente fuera capaz de descubrir. Sin más te invito a leerlo. Vale la pena]
Estoy aquí, ahora, en tu habitación, tu última habitación. Has dormido solo una noche en ella y ahora es tu habitación. Es aquí donde se han abierto las puertas, es aquí donde Él en persona ha venido a tu encuentro. Es la habitación donde vuestros ojos enamorados se han reencontrado finalmente. En fin, estoy aquí en este lugar santo y estoy haciendo un poco de memoria.
Ha pasado sólo un año desde la última y única Misa celebrada en esta habitación. Estoy conmovido de tanto amor recibido y dado, siempre juntos, y me descubro de nuevo enamorado de ti y de Él. Quizás es demasiado fácil para mí estarlo todavía, me he alimentado demasiado bien. He comido “miel de roca”, por usar una referencia bíblica. La… mejor carbonara, diría yo. Está siempre presente aquel que nos ha dicho, en el Evangelio de aquella última Misa, “vosotros sois la sal de la tierra, la luz del mundo”. Era y es su mandato, “por el camino anunciad el Evangelio”.
Hay un mundo que te ama de modo extraordinario. Te sienten cercana en su sufrimiento, te oran como si fueses ya una santa reconocida. Yo querría redimensionarlos un poco, aunque no tengo duda de que tú lo seas. Son hijos no en la carne pero siempre hijos, en el Señor. Espero que Francesco me perdone porque he desenvuelto su regalo, tu carta para su cumpleaños. Un poco también la he escrito yo y he pensado que debía darla también a ellos, los hijos más lejanos. Espero no haberme equivocado. He pensado que no le habré quitado ciertamente tu amor a Francy, él es tu hijo en la carne.
Sabes, hay también un mundo que preferiría que tú no hubieras existido nunca, porque no es fácil dejarse escrutar por Dios a través de ti: en tus ojos, en tu venda, en tu sonrisa, en tu total belleza está siempre Él. Por eso es necesario este libro. ¡Ya, un libro sobre ti, amor mío, estamos maravillándonos todavía! Un libro que no sirve para explicar la verdad, ésta se sabe explicar muy bien ella sola, ni aún menos para hacer publicidad (como muchos habrían querido). No está nunca la verdad plena en quien te quiere vender algo, pero tú sí, la puedes decir, porque tu has dado todo lo que podías. La vida.
Era necesario que tú murieras, amor mío, era necesario. Para que los ciegos vean, para que quien tiene sed beba, para que los soberbios sean dispersados en los pensamientos de su corazón y para que Su pueblo sepa que la esclavitud ha terminado y el Rey viene es la gloria.
Este libro sirve simplemente para testimoniar, a quien quiere abrir su corazón, que Dios es bueno y que se puede morir feliz. Sobre todo me sirve a mí, para no olvidar. He visto, sólo por gracia, aquello que muchos profetas y reyes hubieran querido ver pero no vieron. Sería culpable si callase. Debo dar testimonio. Yo desde aquí y tú ahora desde allí, unidos en un amor para nosotros nuevo, diferente, pero ciertamente no más débil.
Para escribir este libro he pensado en Simone y Cristiana: ¿quién mejor que ellos, amigos íntimos con quienes hemos compartido tantos secretos de nuestra alma, caminando juntos en la misma dirección, hablando la misma lengua, testigos directos también ellos de esta historia maravillosa? He pensado en ellos y creo justamente haber hecho bien. Me habría gustado escribirlo yo mismo, pero en un raro momento de honestidad infinita me he dicho: «Pero ¿cuándo? ¡Todavía no has comprendido en qué cajón tienes los calcetines y en cuál los calzoncillos! Mejor ellos». Ellos son perfectos. He compartido esta idea con el padre Vito que la ha bendecido.
Entonces los he elegido: oran, tienen un corazón puro y desean el bien. Han estado siempre, desde cuando los hemos conocido en Asís, de novios. Nosotros en su matrimonio y ellos en el nuestro, un mes después. Estaban allí para rezar por nosotros tras la puerta, cuando nació María, y después en su “funeral”; estaban allí cuando ha nacido David y también en su “funeral”; estaban siempre allí, en el bautismo de Francesco y al fin en nuestra Pascua, cuando todo se ha cumplido. ¿Quién mejor que ellos podía escribir este libro?
Simone, que ha estudiado industria editorial, tenía todas las carta en regla para mostrar de modo eficaz tu historia; Cristina, la amiga con quién más has compartido la fe. Ella conoce algunos secretos de tu corazón… Conversaciones entre mujeres de inteligencia superior. Cuanta belleza, cuanta Providencia.
Y así lo han hecho. Ha sido costoso para ellos, han rezado juntos todas las mañanas antes de comenzar a trabajar, han escuchado horas de testimonios recogidos entre los amigos más cercanos. Han rebobinado y ensamblado todo con cuidado y han acabado de escribir, no un libro romántico sino un primer libro que habla de ti, de nosotros y sobre todo de Dios, de cómo Él ama. Es sólo un primer libro, sé ya que se escribirán muchos otros, en tantas lenguas.
Me has dicho frases pesantes como tomos de teología. Quién sabe si cuando me las decías te dabas cuentas… Yo creo justamente que sí. Diligentemente me las apuntaba para no olvidar. Ya, para no olvidar.
Enrico Petrillo.
Traducción propia del prefacio del libro: Siamo nati y non moriremo mai piu. Storia de Chiara Corbella Petrillo.