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Los siete dolores y gozos de san José

        Siguiendo una antigua costumbre, la Iglesia invita a preparar la fiesta de  San José, el día 19 de marzo, haciendo memoria a lo largo de los siete domingos anteriores a esa fiesta (comienza, pues, el último domingo de enero o el primero de febrero) de los principales gozos y dolores de su vida. Aunque, lógicamente, esta devoción puede vivirse en cualquier otro momento.

 

     El Beato Jenaro Sarnelli (1702-1744), discípulo de San Alfonso María de Ligorio, fue quien inició esta piadosa devoción a San José, a la que los Papas Gregorio XVI (1831-1846) y Pío IX (1846-1878) enriquecieron con diversas indulgencias. Se consigue indulgencia plenaria cada domingo, aplicable a las almas del purgatorio, si se medita el misterio de gozo y dolor del domingo correspondiente y se contemplan los otros seis (además de las condiciones habituales de comunión, confesión y un tiempo de oración por el Papa y las necesidades de la Iglesia).

Por la señal de la santa cruz,...

 

 

Primer dolor

 

"Estando desposada su madre María con José, antes de vivir juntos se halló que había concebido en su seno por obra del Espíritu Santo" (Mt 1,18)

 

José se sabía verdaderamente afortunado por haber encontrado a María, una mujer que pensaba como él y tenía a Dios como valor más importante de su vida. Reconoce y agradece los designios de la Providencia divina. Pero según las costumbres judías, el 'desposorio' que duraba aproximadamente año o año y medio, no llevaba consigo la vida común. Ésta comenzaba después de ese período de tiempo, cuando el esposo la llevaba a su propia casa.

 

José, en medio de su deseo por agradar a Dios y amar a su esposa, observa con sorpresa que María espera un niño. ¿Qué significa aquello? María era una mujer muy especial y en ese momento sospecha que algo grande ha debido suceder; algo que no era capaz de entender. El corazón de José se inunda de pena y, sin difamarla, decide repudiarla en secreto. Es un desgarro para él dejar a la persona de quien está enamorado; tener que desaparecer. El primer dolor en su joven vida. Es una hora difícil. Duda y angustia se entremezclan en él.

 

Primer gozo

 

"El ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, pues lo concebido en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús" (Mt 1,20-21).

 

El dolor se trastocó en gozo, la tristeza en alegría. A José se le hace entender que María ha concebido virginalmente y que no sólo no debe abandonarla, sino que, siendo su esposo, el Salvador nacerá en el seno de una familia, de la cual él será el padre, pues debe poner el nombre al Niño. Gozo inmenso al conocer su misión: cuidar al Mesías prometido. Se le pide no separarse de Jesús ni de María. El dolor ha dado paso a la alegría desbordante y se va corriendo a contar a su esposa lo que acaba de descubrir: su vocación.

 

Antes José se sentía afortunado, pero al comprender los planes divinos siente una alegría mayor. José mira con inmenso cariño a María y agradece a Dios haberle escogido a él para contemplar y participar en tales sucesos divinos.

 

   Por este dolor y gozo te pedimos nos des firmeza en la fe y gran amor a tu divina Esposa. Padre nuestro, Avemaría y Gloria. 
- San José, protector nuestro. 
- Ruega por nosotros. 

 

 

 

Segundo dolor

 

"Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron" (Jn 1,11).

 

El carpintero de Nazaret debió haber preparado la mejor de las cunas para el Hijo de Dios. Pero un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio, cambia sus planes. Deben bajar a Judea, concretamente a Belén, puesto que descienden de la casa de David. Su afán por encontrar lugar apropiado, dada la situación en que se encuentra María, no tiene éxito. José se entristece en este segundo dolor, pero no se amilana.

 

Conocedor de la geografía betlenita, encuentra una gruta a las afueras de Belén. Todo es providencial para el alumbramiento de María, aunque la pobreza sea la luz bajo la cual hay que contemplar el Nacimiento del Redentor. Unos pañales, un pesebre... eso es todo. Pobreza que hace sufrir igualmente a José.

 

Segundo gozo

 

"(Los pastores) fueron deprisa y encontraron a María, a José y al niño reclinado en el pesebre" (Lc 2,16).

 

Cuando nace un niño se olvidan los sufrimientos porque ahí delante, sonriendo, está ese don del cielo que es la vida humana. José, además, tiene delante de sí al Hijo de Dios. Siente la alegría de tener a Dios cerca, muy cerca.

 

Van llegando unos pastores que, por indicación de ángeles, quieren ver al Salvador. El canto de miles de coros angélicos envuelve las voces de los pastores, manifestando que es fiesta en el cielo y en la tierra. José y María se admiran, y con el gozo consecuente, meditan estas cosas en su corazón.

 

Por este dolor y gozo alcánzanos del cielo el florecer de las cosas de la tierra y una gran ternura hacia el niño Jesús recién nacido. Padrenuestro, Ave María y Gloria.
- San José, protector nuestro. 
- Ruega por nosotros. 

 

 

 

Tercer dolor

 

"Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de que fuera concebido en el seno materno" (Lc 2,21).

 

Los niños judíos eran circuncidados a los ocho días de nacer. Era un modo concreto de insertarse en el pueblo, derramando la primera sangre. Significaba la unión con la Alianza hecha por Dios con Abraham.

 

San José cumple este primer deber religioso de padre y, con el rito de la circuncisión, ejerce su derecho sobre Jesús. Las primicias de esta sangre apuntan de algún modo a la Alianza Nueva que el mismo Salvador realizará con su muerte en cruz. Este derramamiento de sangre ahora, repercutió dolorosamente en el corazón de San José.

 

Tercer gozo

 

"Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt 1,21).

 

San Mateo en su evangelio consigna que corresponde a José imponer el nombre a Jesús. Con ello se declara, por una parte, su paternidad legal; y, por otra, se designa la misión salvadora que tiene el hijo que nacerá de su esposa. Jesús es un vocablo hebreo cuyo significado es "Yavé salva". Jesús será, pues, el Salvador. Es el nombre que María y José repetirán frecuentemente en el hogar de Nazaret. Pero este Niño no va a suprimir todos los males que aquejan a la humanidad, porque mientras haya pecado habrá sufrimiento, pero desde con Jesús este sufrimiento podrá servir de purificación y de corredención.

 

Toda la vida de Jesús será camino de salvación, y especialmente en la Cruz y la Resurrección se abrirán las compuertas de las aguas de la salvación. El nombre confiado a José por el ángel muestra esta realidad. Con extraordinario gozo cumplió la orden de ponerle el nombre el humilde José.

 

Por este dolor y gozo enséñanos a extirpar de nosotros todo vicio y afición desordenada y a invocar con frecuencia el nombre Santísimo de Jesús. Padrenuestro, Avemaría y Gloria. 
- San José, protector nuestro. 
- Ruega por nosotros. 

 

 

 

Cuarto dolor
 

"Simeón los bendijo, y dijo a María, su madre: Mira, éste ha sido puesto... como signo de contradicción... para que se descubran los pensamientos de muchos corazones" (Lc 2,34-35).

 

La Presentación de Jesús en el Templo es para los orientales la 'fiesta del Encuentro'. Jesús es presentado en brazos de María y José. Como manda la Ley de Moisés, ofrecen dos tórtolas (la ofrenda propia de las personas más pobres). Se encuentran con Siméon, hombre justo. Éste anuncia a María y a José lo que habrán de sufrir aquellos que quieran estar con Jesús. Serán perseguidos por causa de la justicia, por vivir conforme a la verdad. Y a María se le augura que su alma será traspasada por una espada de dolor.

 

José sufre por la dureza de los corazones de tantos que no admiten ni a Jesús, por aquellos que buscan su felicidad egoístamente. Y sufre por cuantos son maltratados por cumplir la voluntad de Dios.

 

Cuarto gozo

 

"Porque han visto mis ojos tu salvación, la que preparaste ante todos los pueblos; luz para iluminar a las naciones" (Lc 2,30-31).

 

San Lucas presenta al anciano Simeón como 'hombre justo y piadoso', hombre de fe viva. Impulsado por el Espíritu, se acerca al Templo. Este anciano debió pertenecer a los círculos religiosos jerosolimitanos que esperaban con ansia la próxima venida del Mesías. Simeón agradece a Dios haber podido ver al Mesías antes de morir. En ese niño ha descubierto al Mesías. Inundándose de gozo, proclama un cántico de acción de gracias.

 

Si la espada anunciada a María entristeció a José, ahora se regocija con Simeón, ya que en Jesús se nos oferta la salvación universal.

 

Por este dolor y gozo ayúdanos a comprender el significado que tiene para nosotros el sufrimiento y únenos con Cristo por medio del dolor. Padrenuestro, Avemaría y Gloria. 
- San José, protector nuestro. 
- Ruega por nosotros. 

 

 

 

Quinto dolor

 

"El ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y estate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo" (Mt 2,13).

 

José, cabeza de familia y tutor del niño, recibe un duro anuncio de parte del ángel. Debe huir sin pérdida de tiempo y emprender viaje hacia Egipto. Sin seguridad alguna, sin saber cuánto duraría el destierro. 

 

La Sagrada Familia se siente perseguida a causa del Niño. Se convierten en emigrantes en busca de refugio. No se puede precisar el lugar exacto donde estuvieron, pero en el país del Nilo había bastantes colonias de judíos. Huir en la noche; salir de su tierra temiendo la persecución.

 

Quinto gozo

 

"Y estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que dice el Señor por el profeta: De Egipto llamé a mi hijo" (Mt 2,15).

 

Sin saberlo José, se están cumpliendo las Escrituras Sagradas. No conoce hasta cuándo tienen que estar en Egipto. De momento está viviendo donde Dios quiere, como Dios quiere, con quien Dios quiere, hasta que Dios quiera. Procurando trabajar y entablar amistades, santificando lo que tiene que hacer en esos momentos. Es una familia misionera que tiene a Dios consigo.

 

Por este dolor y gozo enséñanos a abandonar todas las cosas de la tierra con tal de conservar en nuestro corazón a Cristo y danos el privilegio de ser, en alguna forma, apóstoles de Cristo. Padrenuestro, Avemaría y Gloria. 
- San José, protector nuestro. 
- Ruega por nosotros. 

 

 

 

Sexto dolor

 

"El se levantó, tomó al niño y a su madre y regresó a la tierra de Israel. Pero al oír que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, temió ir allá" (Mt 2,21-22).

 

José, obediente como siempre a la voz de Dios, se dispone a regresar a su tierra. Dado que al frente de Judea está Arquelao, tan cruel como su padre, se dirigió hacia el Norte, siguiendo el camino de la costa para quedarse en la Galilea de los gentiles, de donde salió para empadronarse en Belén. Aunque camina contento, está preocupado por solucionar los problemas de cada día, por evitar los peligros del camino. Y no descansará tranquilo hasta el final del viaje. Finalmente, se estableció en Nazaret, donde Jesús habría de pasar escondido la mayor parte de su vida.

 

Quedarse en los dominios de Arquelao, hubiera sido una amenaza constante para el niño Jesús. Dios no ahorra al santo patriarca el miedo ni el dolor. Pero el plan de Dios se cumplirá.

 

Sexto gozo

 

"Y fue a vivir a una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliera lo dicho por los profetas: será llamado Nazareno" (Mt 2,23).

 

Hoy todos los caminos de Tierra Santa llevan a Nazaret. Pero entonces, aunque Lucas la denomina ciudad, Nazaret era una aldea casi desconocida. Ni siquiera Flavio Josefo, buen conocedor de la geografía palestina, la menciona. allí Jesús llevará una vida humilde, escondida a los ojos del mundo. En Nazaret estableció José de nuevo su taller de artesano. Jesús, todavía niño, juega con las virutas de serrín; aprende a moverse entre clavos y maderos para el momento de la redención.

 

José regresa con gozo a su tierra; goza porque Dios ha querido que sea artesano, padre y esposo. Porque, precisamente en medio de esas tareas, él está con Jesús y con la Virgen María. Trabajar satisface humanamente, es medio de subsistencia, sirve para sacar adelante la familia.

 

Por este dolor y gozo te suplicamos nos hagas cautelosos y prudentes en el servicio de Dios y nos alcances un día la dicha de ir al cielo, nuestra verdadera Patria. Padrenuestro, Avemaría y Gloria. 
- San José, protector nuestro. 
- Ruega por nosotros. 

 

 

 

Séptimo dolor

 

"Le estuvieron buscando entre los parientes y conocidos, y al no hallarle, volvieron a Jerusalén en su busca" (Lc 2,44-45).

 

Jesús adolescente, en la primera vez que peregrina al Templo, se queda en Jerusalén, sin decir nada a sus padres. La angustia para José y María fue grande. Se sienten responsables de la pérdida. Tienen como misión custodiar al niño y lo han perdido. Los niños tenían libertad de movimientos; era natural que fuera en alguno de los grupos un tanto desordenados de la caravana.

 

José y María preguntaron a unos y a otros. Nadie sabía nada. Tres días que se hacían larguísimos. El séptimo dolor de José lo comparte igualmente María.


Séptimo gozo
 

"Al cabo de tres días lo hallaron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándoles y haciéndoles preguntas" (Lc 2,46).

 

Tras la penosa búsqueda, llegó el feliz encuentro. Y el gozo correspondiente. María, impulsada por el amor de madre, le manifestó la pena que tenían ambos por ignorar su paradero. Jesús responde de una manera que sus padres no logran comprender del todo: '¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?'.

 

En esta respuesta excepcional, Jesús llama a Dios su Padre, con propiedad y exclusividad únicas. Es consciente de su obra mesiánica. Su 'misión' es estar en las cosas de su Padre. María guardará estas palabras en su corazón y las comprenderá más tarde.

 

Por este dolor y gozo, te pedimos una infatigable solicitud por buscar a Cristo cuando lo hayamos perdido por el pecado y también de instruirnos con sus ejemplos y enseñanzas evangélicas. Padrenuestro, Avemaría y Gloria. 
- San José, protector nuestro. 
- Ruega por nosotros. 

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