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Domingo y Coronilla de la Divina Misericordia

·           Con el paso del tiempo algunos domingos del año litúrgico han recibido un nombre propio. El último en hacerlo ha sido precisamente el segundo domingo de Pascua en el año 2000, cuando el Papa Juan Pablo II, durante la homilía de la canonización de la religiosa polaca Santa María Faustina Kowalska declaró: «Es importante que acojamos íntegramente el mensaje que nos transmite la palabra de Dios en este segundo domingo de Pascua, que a partir de ahora en toda la Iglesia se designará con el nombre de ‘Domingo de la Divina Misericordia’».

 

            Santa María Faustina Kowalska vivió en la primera mitad del siglo XX (1905-1938) y es conocida porque Dios quiso servirse de ella para extender la devoción a la Divina Misericordia. Esta joven religiosa recibió numerosas revelaciones privadas de parte de Jesús y las registró en un diario con más de 600 páginas. El mensaje central es recordar que Dios es Misericordioso y nos ama a todos: «Deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en mi misericordia –dice Jesús en sus revelaciones a la santa–. Que se acerquen a ese mar de misericordia con gran confianza. Los pecadores obtendrán la justificación y los justos serán fortalecidos en el bien. Al que haya depositado su confianza en mi misericordia, en la hora de la muerte le colmaré el alma con mi paz divina".

 

Jesús nos pide que tengamos plena confianza en la Misericordia de Dios: «Las gracias de mi misericordia se toman con un solo recipiente y este es la confianza. Cuanto más confíe un alma, tanto más recibirá. Las almas que confían sin límites son mi gran consuelo y sobre ellas derramo todos los tesoros de mis gracias. Me alegro de que pidan mucho porque mi deseo es dar mucho, muchísimo. El alma que confía en mi misericordia es la más feliz, porque yo mismo tengo cuidado de ella. Ningún alma que ha invocado mi misericordia ha quedado decepcionada ni ha sentido confusión. Me complazco particularmente en el alma que confía en mi bondad».

Nos pide también que seamos siempre misericordiosos con el prójimo a través de nuestras palabras, acciones y oraciones, «porque la fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil» (Diario, 742).

 

 

·           Entre otras cosas Jesús le pidió a la joven que pintase una imagen

suya. Ante esta propuesta, se requirieron de los servicios artísticos del pintor

Eugenio Kazimiroski, quien realizó el retrato siguiendo las instrucciones de

sor Faustina. Pero la imagen que se ha hecho famosa en el mundo entero fue

la realizada por el artista Adolf Hylacomo agradecimiento por la salvación de

su familia de la II Guerra Mundial.

 

Tanto uno como otro cuadro representan a Jesús resucitado en el momento

en que se aparece a los discípulos en el Cenáculo, cuando les da el poder de

perdonar o retener los pecados. Este momento está registrado en el pasaje del

evangelio de Juan 20,19-31, el evangelio de este II Domingo de Pascua. En la

imagen Jesús está levantando su mano derecha en señal de bendición, y

apuntando con su mano izquierda su pecho del fluyen dos rayos: uno rojo

y otro blanco. «El rayo pálido simboliza el Agua que justifica a las almas. El

rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas (…). Bienaventurado

quien viva a la sombra de ellos» (Diario, 299). Toda la imagen es un símbolo

de la caridad, el perdón y el amor de Dios.

 

            La misericordia de Jesús se prolonga hasta el final de los tiempos de un modo especial a través del sacramento de la confesión. Jesús otorgó a los Apóstoles y a sus sucesores en el ministerio el don de perdonar los pecados.

 

 

·           La Devoción de la Divina Misericordia no sólo lleva asociada la devoción a una imagen, sino que cuenta también con una oración particular conocida como «La Coronilla de la Divina Misericordia».

 

La coronilla se reza a las tres de la tarde (la hora de la muerte de Jesús). Se utilizan las cuentas del Santo Rosario, pero con un conjunto diferente de oraciones.

 

Oración al comenzar

 

            Se comienza con la Señal de la cruz. A continuación, se reza la Oración para la Hora de la Misericordia: Expiraste, Jesús; pero la fuente de vida brotó para las almas, y el mar de misericordia se abrió para el mundo entero. ¡Oh, fuente de vida, insondable misericordia divina!, abarca el mundo entero y derrámate sobre nosotros.

 

         Luego, se dice tres veces: ¡Oh, sangre y agua que brotaste del corazón de Jesús, como una fuente de misericordia para nosotros, en Ti confío!

 

A esto le siguen un Padrenuestro, luego un Ave María, después un Gloria y concluye esta primera parte con el Credo.

 

Las cinco decenas

 

            En las cuentas más grandes correspondientes al Padrenuestro, se dice: «Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero».

 

En las diez cuentas pequeñas correspondientes en el rosario al rezo del Avemaría, se dice: «Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero».

 

Finalizando

 

            Rezadas las cinco decenas, se dice por tres veces: «Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero».

 

Súplica para recibir Misericordia

 

         ¡Oh, Dios eterno!, en quien la Misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable. Vuelve a nosotros Tu mirada bondadosa, y aumenta Tu Misericordia en nosotros. Para que, en momentos difíciles, no nos desesperemos ni nos desalentemos; sino que, con gran confianza, nos sometamos a Tu santa voluntad, que es el amor y la misericordia mismos. Amén.

 

 

·           El Papa Juan Pablo II estableció que en el segundo Domingo de Pascua se conceda la indulgencia plenaria al fiel que participe en actos de piedad realizados en honor de la Misericordia divina; o al menos rece, en presencia del Santísimo Sacramento de la Eucaristía, públicamente expuesto o conservado en el Sagrario, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, ‘Jesús misericordioso, confío en ti’).

 

Todo ello con la intención de cumplir, en cuanto sea posible, las condiciones habituales de confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice.

 

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