La alegría de la fe
© by Raúl Navarro Barceló
25 Visitas breves al Santísimo
Durante el día es bastante posible que en nuestro camino nos crucemos con alguna iglesia abierta. Allí está el Señor en el sagrario. Él ha querido quedarse en medio de nosotros para ser nuestro consuelo y fortaleza. Sería bueno que dedicáramos unos pocos minutos a hacerle una visita breve pero sentida, para darle las gracias por tantas cosas buenas que hemos recibido, pedirle fuerza para afrontar nuestras pequeñas o grandes cruces y ayuda para el día con fe y esperanza, procurando poner todo nuestro corazón y nuestra mente en las tareas que realizamos y en el trato con los demás.
Estas 25 breves oraciones nos pueden ayudar a ponernos en presencia de Dios en el momento de iniciar o concluir nuestra visita a Jesús sacramentado.
1. Oh Jesús:
Te adoro como a mi Dios.
Te obedezco como a mi Señor.
Te amo como a mi Padre.
Te pido como a mi Dador.
Te doy gracias como a mi Bienhechor.
2. Oh Jesús:
Que yo crea en Ti, pues eres la misma veracidad.
Que yo espere en Ti, pues eres la misma fidelidad.
Que yo me enamore de Ti, pues eres la misma bondad.
Que yo me admire de Ti, pues eres la misma beldad.
Que yo te tema a Ti, pues eres la misma equidad.
Que yo te respete a Ti, pues eres la misma majestad.
3. Oh Jesús:
Yo te amo por aquellos que no te aman.
Te consuelo por aquellos que te contristan.
Te alabo por aquellos que te blasfeman.
Te recuerdo por aquellos que te olvidan.
Te reconozco por aquellos que te ignoran.
Te visito y quiero recibirte por aquellos que de Ti se alejan.
4. Oh Jesús, tú que nos invitas a este sagrado banquete:
Para hablar con nosotros, haz que yo te escuche.
Para unirte con nosotros, haz que yo te ame.
Para unirnos unos con otros, haz que yo sea caritativo.
Para consolarnos; sé mi alegría.
Para curarnos; sé mi medicina.
Para alimentarnos; sé mi pan de cada día.
5. Oh Jesús:
Aquí tienes mi cabeza para conocerte.
Aquí tienes mi lengua para ensalzarte.
Aquí tienes mis manos para servirte.
Aquí tienes mis rodillas para adorarte.
Aquí tienes mis pies para seguirte.
Aquí tienes mi corazón para amarte.
6. Oh Jesús, aquí estás en el sagrario:
Olvidado: ¡quién de los que pasan por la calle se acuerda de que estás en el sagrario!
Despreciado: ¡quién estima la misa, la comunión y las visitas a Jesús Sacramentado!
Ultrajado: ¡cuántas blasfemias contra este sacramento de amor!
Perseguido: ¡cuántas irreverencias y profanaciones de iglesias y sagrarios!
Maltratado: ¡cuántos sacrilegios de los que como Judas se acercan al comulgatorio en grave pecado!
Jesús, aún en mi debilidad, yo te quiero amar con todo el corazón, vivir en tu amor abrasado.
7. Oh Jesús, desde el sagrario pareces clamar como un día en la explanada del templo: "Si alguno tiene sed, que venga a Mí y beba". Yo te digo, como la Samaritana: "Dame de esa agua". Dame de ese agua dulcísima:
Para que me sacie, que estoy sediento de bien.
Para que riegue mi alma, que está árida y falta de virtudes.
Para que me lave, porque estoy manchado con muchos vicios.
Para que me ablande, porque estoy endurecido por muchos pecados.
Para que me refrigere, porque son muchas las pasiones y amores terrenos por los que estoy abrasado.
Para que me eleve como un surtidor a la vida eterna: "El agua que Yo le daré, vendrá a ser dentro de él un manantial, que saltará hasta la vida eterna".
8. Oh Jesús, Tú estás a nuestra lado en el sagrario, diciéndonos: "Yo estoy con vosotros":
En nuestras tentaciones no estamos solos; Tú nos defiendes.
En nuestras desgracias no estamos solos, Tú nos compadeces.
En nuestros abandonos no estamos solos; Tú nos acompañas.
En nuestras humillaciones no estamos solos; Tú nos enalteces.
En nuestros trabajos no estamos solos; Tú nos ayudas.
En nuestra pobreza no estamos solos; Tú nos enriqueces.
9. Oh Jesús:
La Reina de Saba vino a visitar a Salomón; y nosotros no venimos a visitarte en el sagrario.
Los pastores vinieron a adorarte en la cueva de Belén; y nosotros no venimos a adorarte en el sagrario.
Los Reyes Magos vinieron desde lejanas tierras a ofrecerte sus dones; y nosotros no venimos a ofrecerte los nuestros en el sagrario.
Las turbas te buscaban para escucharte, hasta en el desierto, donde multiplicaste los panes; y nosotros no venimos a escucharte en el sagrario.
Los leprosos, los mudos, los sordos, los ciegos, los inválidos y toda clase de enfermos iban en busca tuya para que los curases; y nosotros no venimos para que nos cures en el sagrario.
Las piadosas mujeres vinieron al sepulcro para honrar con sus ungüentos y aromas tu cadáver, y nosotros no venimos a honrarte vivo en el sagrario.
Oh, mi buen Jesús, yo quiero venir a tu lado cada día, para visitarte, para adorarte, para escucharte, para honrarte y para poner en tus manos mis fragilidades.
10. Oh Jesús, heme aquí en tu presencia:
Como un pobre ante su limosnero; ampárame.
Como un enfermo ante su médico; cúrame.
Como un discípulo ante su maestro; enséñame.
Como una oveja extraviada ante su pastor; hállame.
Como un criado ante su señor; mándame.
Como un hijo ante su padre; cuídame.
11. Oh Jesús, yo quisiera comprender y corresponder a ese amor con que me amas en el sagrario:
Amor eterno, con que me amaste cuando aun no existía.
Amor constante, a pesar de ser tan mal correspondido.
Amor desinteresado, sin que nada necesites de mí.
Amor delicado, hasta hacerte hombre como nosotros y quedarte con nosotros en el sagrario.
Amor sacrificado, hasta morir en una cruz.
Amor particular, como si sólo yo existiera.
12. Jesús, Tú que nos has dicho:
Yo soy el Pan Vivo que descendí del cielo; aliméntame.
Yo soy la Luz del mundo; ilumíname.
Yo soy el Camino; guíame.
Yo soy el Buen Pastor; guárdame.
Yo soy Rey; mándame.
Yo soy la Resurrección y la Vida; sálvame.
13. Jesús, vengo a ti movido por tus mismas palabras:
Palabras de compasión: «Venid a Mí todos los que estáis cansados y cargados, que Yo os aliviare».
Palabras de confianza: «Pedid y recibiréis. Todo lo que pidiereis en mi nombre os será dado».
Palabras de consuelo: «En verdad en verdad os digo que vosotros lloraréis y plañiréis mientras que el mundo se regocijará. Os contristaréis, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo».
Palabras de fortaleza: «No temáis a los que solo pueden matar el cuerpo, sino temed más bien a los que pueden condenar el cuerpo y el alma al infierno".
Palabras de aliento: "En el mundo tendréis grandes tribulaciones, pero tened confianza: Yo he vencido al mundo".
Palabras de amor: "Como me amó a Mí el Padre, así os amo Yo a vosotros... No os llamaré siervos, sino amigos".
14. Jesús, tú que diste la vista a tantos ciegos, haz que yo vea.
Jesús, tú que diste el habla a tantos mudos, haz que yo hable bien de los demás y rece por ellos.
Jesús, tú que diste oído a tantos sordos, haz que yo sepa escuchar y obedecer.
Jesús, tú que diste movimiento a tantos tullidos, haz que yo progrese en el camino de la santidad.
Jesús, tú que limpiaste a tantos leprosos, haz que yo me purifique de mis pecados.
Jesús, tú que resucitaste a tantos muertos, haz que yo no muera por el pecado.
15. Oh Jesús:
Yo quisiera tener toda la sangre de los mártires para derramarla por Ti.
Yo quisiera tener toda la sabiduría de los doctores para conocerte a Ti.
Yo quisiera tener todas las penitencias de los anacoretas para soportarlas por Ti.
Yo quisiera tener todo el celo de los apóstoles para luchar por Ti.
Yo quisiera tener toda la pureza de las vírgenes para recrearte a Ti.
Yo quisiera tener todas las virtudes de todos los ángeles y santos para amarte y parecerme a Ti.
16. Oh Jesús:
Cuando yo te llame, óyeme.
Cuando yo te ofenda, perdóname.
Cuando yo te deje, sígueme.
Cuando yo te olvide, recuérdame.
Cuando yo te pida, socórreme.
Cuando yo te sirva, anímame.
17. Oh Jesús, el día que me juzgues ten presente este rato:
Es verdad que te ofendí con mis palabras muchas veces, pero ahora te alabo.
Es verdad que me alejé de Ti como el hijo pródigo, pero ahora me detengo ante tu sagrario.
Es verdad que soberbio no quise frecuentemente servirte, pero ahora me postro ante Ti sumiso y humillado.
Es verdad que te entristecí con mis pecados, pero ahora lloro esos agravios.
Es verdad que te llevé a la muerte con mis culpas, pero ahora daría mil vidas por reparar mis pecados.
Es verdad que te abandoné y negué como Pedro, pero ahora te digo: "Señor, tú sabes que te amo".
18. Oh Jesús, ¿cómo te pagaré cuanto por mí has hecho?
Te hiciste pobre para enriquecerme.
Te hiciste pequeño para ensalzarme.
Te hiciste débil para fortalecerme.
Te hiciste siervo para libertarme.
Te hiciste niño para atraerme.
Te hiciste hombre para divinizarme.
19. Oh Jesús, que lloraste sobre las pajas del pesebre y en el madero de la cruz, junto al sepulcro de Lázaro y ante las ruinas de Jerusalén, ¿cuántas veces habrás llorado por mi alma? Las lágrimas de tus ojos:
Son voces que me llaman.
Son quejas que me conmueven.
Son ascuas que me abrasan
Son lluvia que me fecunda.
Son ríos que me lavan.
20. Oh Jesús, que estás viéndome desde el sagrario:
Mírame con aquellos ojos de ternura con que miraste al joven del Evangelio.
Mírame con aquellos ojos de misericordia con que miraste a la multitud hambrienta y a los enfermos.
Mírame con aquellos ojos de afabilidad con que miraste a la hemorroisa, a la viuda del Templo y a Zaqueo.
Mírame con aquellos ojos de perdón con que miraste después de las tres negaciones a Pedro.
Mírame con aquellos ojos de amor con que miraste desde la cruz a Juan y a Tu Madre.
21. Jesús, estoy necesitado de tu ayuda:
Yo te digo como el hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo junto a la piscina de Betsaida: "No tengo hombre que me ayude"; ayúdame.
Yo te digo como el padre del joven poseso: "Creo, Señor, pero aumenta mi fe".
Yo te digo como las hermanas de Lázaro: "El que amas está enfermo"; cúrame.
Yo te digo como los discípulos de Emaús: "Quédate con nosotros, que cae la tarde".
Yo te digo como el buen ladrón: "Acuérdate de mí cuando estés en tu reino".
22. Oh Jesús, que un día curaste al enfermo de la mano seca, cura mis manos secas por el pecado:
Haz que sean manos puras, no manchadas con sucios pecados.
Haz que sean manos limosneras, y no empobrecidas con el dinero de un avaro.
Haz que sean manos caritativas, y no marcadas con injusticias y daños.
Haz que sean manos afanosas, ennoblecidas por el trabajo.
Haz que sean manos suplicantes, que se levantan unidas al cielo y ante el Sagrario.
Haz que sean manos apostólicas, para escribir y propagar tu nombre sacrosanto.
23. Oh Jesús, tú eres el Buen Pastor, y yo la oveja perdida:
Tú me conoces por mi nombre.
Tú me das el pasto nutritivo y el agua pura de tu carne y de tu sangre divinas.
Tú me atraes con blandos silbidos en el peligro.
Tú me buscas por caminos pedregosos y entre espinas.
Tú me defiendes de mis enemigos.
Tú me amas hasta dar por mí la vida.
24. Oh Jesús, la mujer enferma del Evangelio murmuraba en voz baja mirando a tu vestido: "Si yo pudiese tan sólo tocar la orla...". Y al tocarla quedó sana. Sáname a mí lo mismo:
Cuando toques mis labios en tu Sagrada Hostia, sánalos para que besen puros tus sangrientas llagas.
Cuando toques mi lengua, sánala para que no se rebaje y manche con malas palabras.
Cuando toques mi paladar, sánalo para que no se deje arrastrar por comidas y bebidas regaladas.
Cuando toques mi garganta sánala para que entone con júbilo tus divinas alabanzas.
Cuando toques mi pecho, sánalo para que no se encariñe con las cosas humanas.
Sana todo mi cuerpo, sana toda mi alma, pues no toco tan sólo la orla de tu vestido, sino que te toco por entero, al tomar tu Hostia sacrosanta.
25. Oh Jesús, que estás ahí en el Sagrario orando noche y día,
yo te digo como los apóstoles: "Enséñame a orar":
Oh fuente de agua viva, como la Samaritana yo te pido: "Dame de esa agua".
Oh luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo, como el ciego de Jericó yo te digo: "Señor, que vea".
Oh hermosura de los cielos y esplendor de la gloria del Padre, como el leproso yo te digo: "Si quieres, puedes limpiarme".
Oh médico celestial, como Marta yo te digo: "El que amas está enfermo".
Oh esperanza de los que naufragan, como los apóstoles yo te digo: "Sálvanos, Señor, que perecemos".
Oh modelo de resignación y de abandono en las manos de Dios, como Tú en Getsemaní yo te digo. "No se haga mi voluntad, sino la tuya".