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Tu insatisfación con la Iglesia deriva de una insuficiente comprensión del pecado

Flannery O’Connor es considerada una de los mejores escritores estadounidenses del siglo XX. El libro El hábito de ser es una recopilación de cartas a diferentes destinatarios desde 1948 hasta pocos días antes de su muerte, en 1964. Extraigo una de ellas, dirigida a Cecil Dawkins, el 9 de diciembre de 1958 (Flannery O’Connor, El hábito de ser, Salamanca 2004, pp. 243-245). Como siempre la negrita y la cursiva es mía. También he transformado algún punto y seguido en punto y aparte para facilitar la lectura.

 

 

            A la hora de responder a las preguntas de la gente sobre religión, la labia es el gran peligro. No responderé a las tuyas, porque tú misma puedes responderlas, pero te daré, por si te interesa, mi propia visión de ellas.

 

Toda tu insatisfacción con la iglesia me parece que deriva de una insuficiente comprensión del pecado. Tal vez esto te sorprenda porque eres muy consciente de los pecados de los católicos; no obstante, parece que lo que pides es que la iglesia traiga el reino de los cielos a la tierra ahora mismo, que el Espíritu Santo sea encarnado enseguida. El Espíritu Santo rara vez se muestra en la superficie de algo. Estás pidiendo que el hombre vuelva enseguida al estado en que Dios lo creó, estás dejando de lado el terrible orgullo que está en la raíz del hombre y que causa la muerte.

 

Cristo fue crucificado en la tierra y la iglesia es crucificada en el tiempo, y es crucificada por todos nosotros, más particularmente por sus miembros, porque la iglesia es una iglesia de pecadoresCristo nunca dijo que la iglesia fuera a actuar de forma inteligente o inmaculada, sino que no enseñaría algo erróneo. Esto no significa que un sacerdote no pueda enseñar algo erróneo, sino que la iglesia toda, hablando a través del papa, no enseñará nada erróneo en cuestiones de fe. La iglesia está fundada sobre Pedro, que negó tres veces a Cristo y no pudo caminar sobre el agua por sí mismo. Tú esperas que sus sucesores caminen sobre el agua.

 

Toda naturaleza humana se resiste vigorosamente a la gracia, porque la gracia nos transforma y el cambio es doloroso. Los sacerdotes se resisten a ella igual que los demás. Que la iglesia sea lo que tú quieres requeriría la continua intervención de Dios en los asuntos humanos, mientras nuestra dignidad consiste en que se nos permite avanzar en mayor o menor grado con esas gracias que nos llegan mediante la fe y los sacramentos, y que actúan a través de nuestra naturaleza humana. Dios ha elegido actuar de esta manera. No podemos entenderlo, pero no podemos rechazarlo sin rechazar la vida.

 

            La naturaleza humana es tan defectuosa que puede resistir cualquier cantidad de gracia, y la mayor parte del tiempo lo hace. La iglesia es capaz de defenderse; tú pides que muestre una cierta ganancia. Cuando muestra una cierta ganancia, tenemos un santo, aunque no sea necesariamente canonizado.

 

Estoy de acuerdo contigo en que no deberíamos retroceder siglos para encontrar pensamiento católico, y de hecho no es preciso hacerlo. Pero no vas a hallar los más excelsos principios del catolicismo ejemplificados en la superficie de la vida, ni tampoco los más excelsos principios protestantes. Es fácil para un niño señalar cada domingo los errores del sermón en el camino de la iglesia a casa. Es imposible que encuentre el amor oculto que hace que un hombre, a pesar de sus limitaciones intelectuales, sus neurosis y su falta de fortaleza, renuncie a su vida para servir al pueblo de Dios, independientemente de cuán a trompicones lo haga…

 

          Dios ve lo invisible y el cristiano debe buscar lo mismo. Porque conoce las consecuencias del pecado, sabe cuánto debe profundizar para encontrar amor. Somos responsables de no ser “pequeños” demasiado tiempo, de no ser escandalizados. Al escandalizarte durante demasiado tiempo, escandalizarás a otros y la culpa será tuya.

 

         Es asunto nuestro intentar cambiar las faltas externas de la iglesia –la vulgaridad, la carencia de erudición, la falta de honestidad intelectual– allí donde las encontremos y del modo en que podamos. En los últimos diez años ha habido una avalancha regular de autocrítica católica. Generalmente ha procedido de los grupos de arriba y ha sido rechazado por los grupos de abajo. Si se pudiese compartir el mismo conocimiento de forma uniforme en la iglesia, viviríamos en un mundo milagroso o perteneceríamos a una organización monolítica. […] Sin duda la buena persona que no conociese la historia de los papas no la creería aunque la leyese, pero hay muchas fuentes católicas, todos con nihil obstat, en que podría encontrarla.

 

La iglesia de América es mayoritariamente una iglesia inmigrante. A nivel cultural, todavía no se ha puesto en pie. Pero lo hará. Entretanto, la cultura de toda la iglesia es nuestra y es asunto nuestro que se extienda por toda la iglesia de América. No honras a Dios diciendo: “La iglesia es ineficaz, no participaré en ella”. Tu dolor por la falta de eficacia es un signo de tu cercanía a Dios. Ayudamos a superar esa falta de eficacia simplemente sufriendo a causa de ella.

 

        Esperar demasiado es tener una visión sentimental de la vida y es una debilidad que termina en amargura. La caridad es difícil, pero permanece; no quiero desanimarte en tu deseo de leer a Santo Tomás, pero no lo leas con la idea de que te va a aclarar algo. Esto se hace por medio del estudio, pero más por medio de la oración. No debes creer que no necesitas pedir lo que quieres…

 

 

Flannery O'Connor  

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